Un estudio publicado esta semana en Nature Sustainability examina las estrategias de diferentes culturas locales para proteger a los polinizadores y así la producción de alimentos.

Los polinizadores son fundamentales para el mantenimiento de la salud de los ecosistemas y la producción de alimentos. Sin embargo, a nivel global su diversidad se está perdiendo debido al avance de la agricultura industrial que por un lado emplea grandes cantidades pesticidas y por otro lado tiende a privilegiar la producción de pocos cultivos en grandes parcelas de tierra, es decir, reducir las áreas de vegetación silvestre en las que los animales responsables de transportar el polen pueden reproducirse y hallar alimento.

En 2016, un equipo de científicos de todo el mundo a través de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicó un informe en el que se alertaba sobre la crítica situación de los polinizadores a nivel mundial y se sugerían una serie de recomendaciones a los tomadores de decisiones destinadas a su conservación. A partir de ese informe, las personas que colaboraron en su realización han publicado el lunes 11 de Marzo en la prestigiosa revista Nature Sustainability (https://www.nature.com/articles/s41893-019-0244-z) un artículo del que participa Elisa Oteros-Rozas, investigadora Juan de la Cierva – Incorporación de la Cátedra de Agroecología y Sistemas Alimentarios de la Universidad de Vic.

En el estudio se exponen las estrategias de conservación de los polinizadores de diferentes comunidades locales y pueblos indígenas de todo el mundo. Las investigadoras e investigadores proponen ponen en valor los conocimientos y prácticas indígenas y locales en la gestión del paisaje para promover la producción diversificada de alimentos. A través de una aproximación biocultural señalan el estrecho vínculo la diversidad biológica y la diversidad cultural y la necesidad por tanto de integrar saberes científicos, técnicos, locales e indígenas para la conservación de dicha biodiversidad.

En concreto existe un estrecho vínculo entre los polinizadores y numerosas funciones ecológicas de vital importancia no sólo para el correcto funcionamiento de los ecosistemas, sino también para el bienestar humano, como la producción de alimentos. Por lo tanto, para garantizar la soberanía alimentaria de los pueblos, reducir la dependencia de las importaciones y garantizar el acceso de las comunidades a dietas variadas y saludables, es imprescindible incorporar los diferentes conocimientos locales e indígenas en la toma decisiones a distintas escalas, recuperar y fortalecer los sistemas con manejo agroecológico que incorporan la diversidad biocultural y cuestionar el actual modelo de producción agraria industrial que está ha acabado, según otro reciente estudio (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0006320718313636#!) , con el 80% de la biomasa mundial de insectos en los últimos 30 años.