Entrevista a Miriam Nobre: “Tenemos que pensar juntas cómo resolver las necesidades básicas más allá del acceso a un ingreso monetario”

with No hi ha comentaris
[:es]

[Artículo publicado por el Elba Mansilla en la sección Economía de La Directa]IMG_0572

Miriam Nobre es activista feminista, agrónoma y profesora en el Programa de Integración de América Latina en la Universidad de Sao Paulo (Brasil) y forma parte del equipo de Siempreviva Organização Feminista desde 1993, donde desarrolla actividades de educación popular, investigación y asesoramiento técnico en Economía Feminista, Agroecología, Soberanía Alimentaria y Economía Solidaria. Este fin de semana se ha celebrado en Barcelona la sexta Feria de Economía Solidaria de Cataluña, y hemos querido hablar con la autora de Economía solidaria y economía feminista: Elementos para una agenda, para recoger algunas de las ideas centrales de su trabajo, en el que, a partir del diálogo entre economía solidaria y economía feminista, articula una serie de propuestas dirigidas a construir una economía política de la resistencia.

¿Cuáles consideras que son las fortalezas y las oportunidades que representa la Economía Social y Solidaria (ESS) para las mujeres?

Yo veo la ESS como una verdadera oportunidad para romper con la estructura y formas de organización de la economía capitalista. De nuestra experiencia trabajando con mujeres campesinas, observamos que trabajando en el espacio privado, de la familia o la casa, se acaban imponiendo una serie de limitaciones a las mujeres en términos de organización de su tiempo, de los espacios de socialización y convivencia. Las iniciativas de la ESS menudo se restringen a la etapa de la producción, y se limitan, por ejemplo, a comercializar la artesanía de forma conjunta. De este modo, la ESS se presenta como una buena manera para las mujeres de acceder a un ingreso sin cambiar demasiado su vida, ya que pueden seguir produciendo desde casa. Está bien así, la posibilidad existe. Por ahí precisamente podemos empezar. Pero nosotros creemos que hay que ir más allá en la creación de este espacio común: hay que pensar juntas como resolver el conjunto de necesidades básicas, más allá del acceso a un ingreso monetario. Pueden ser formas de organizar el acceso a la comida o la ropa de manera colectiva. Y este hecho abre muchísimo más las posibilidades de desarrollo para cada mujer, ya que las fortalece mucho de cara a confrontarse con lo que se espera de ellas en su rol de madres y responsables del hogar. Estamos intentando trasladar estas prácticas en el conjunto de actividades de la vida cotidiana, para pensar otras formas de relación entre el trabajo productivo y reproductivo, que no sea el funcionamiento clásico de la economía capitalista de subordinar la esfera reproductiva a la productiva. Si conseguimos otras maneras de tocar este nudo, ya estamos abriendo una posibilidad de cuestionamiento más estructural. Que también abre más posibilidades a las mujeres, a todas, y no sólo a aquellas que pueden transferir el trabajo no valorizado a otras mujeres.

De hecho, en el desarrollo de la investigación Crisis y alternativas en femenino que estamos realizando, observamos la misma tendencia en el Mercado Social Catalán. Además de unos ritmos de trabajo que, en el momento de cambio de ciclo vital que piden más dedicación, muchas personas abandonan los proyectos.

Nosotros trabajamos con mujeres campesinas quilombolas, de comunidades negras brasileñas que se liberaron de la esclavitud. Estas mujeres querían abrir espacios de comercialización, pero no querían hacerlo en un mercado dado, sino en un mercado que funcionara para ellas. Entonces comenzó un periodo de debate con los grupos de consumo de Sao Paulo, que implicó un cambio profundo en la forma de consumir. Los grupos pasaron de tener una o dos agricultoras que les proporcionaban el grueso de productos perecederos, a tener una planilla con 80 o 90 productos, provenientes de 30 mujeres diferentes. La complejidad de gestión para los grupos era muy mayor, pero este cambio permitía a las agricultoras compatibilizar la producción hacia el mercado con la producción para el autoconsumo de sus familias y comunidades. Esto también está relacionado con la expectativa de que se tiene en relación a los productos. Nosotros que vivimos en la ciudad, ellas viven en el campo. Por ejemplo: en el mundo rural esperan que un tubérculo sea de mayor tamaño para recolectarlo, porque así en una familia numerosa, cubre a mucha más gente. Mientras que en la ciudad, que las familias son de 2 o 3 personas, queremos productos de un tamaño menor. ¿Como ajustamos las diferentes necesidades? Hay que hacer un trabajo de llegar a acuerdos políticos entre personas que están en diferentes posiciones e intentar no reproducir desigualdades en la relación rural-urbana. Que no sea por nosotros, que tenemos el dinero para comprar, que impongamo la forma en que queremos los productos.

Otra de las propuestas que ha desarrollado es poner en marcha proyectos en los que se combinen de manera simultánea formas diversas de la economía plural, es decir, que se practiquen tanto el intercambio monetario y el trueque, como la reciprocidad o la redistribución. ¿Como lo hacéis?

Como parte de un proceso nacional impulsado por varias organizaciones, se propuso a las agricultoras que tomaran nota de donde iba a parar su producción, en tres categorías: autoconsumo, trueque y venta en el mercado. Y de este registro contable podíamos hacer varias lecturas. En primer lugar, observábamos que la donación es una forma de intercambio que está muy invisibilizada en la relación entre el campo y la ciudad. Hay muchas idas y venidas entre el mundo rural y el urbano. Y es muy importante mantener la relación para que sea posible enviar la hija en la ciudad si quiere seguir estudiando, o para tener un lugar donde quedarse si tienes que ir al hospital a hacerte pruebas médicas, por ejemplo. Y la forma de mantener esta relación muchas veces es la donación, que de hecho es un trueque, un intercambio de productos por servicios. También identificamos una relación de desigualdad entre el campo y la ciudad, porque cuando se valora un producto de la tierra, no se tiene en cuenta la cantidad de trabajo que hay implicado en la producción de frutas y verduras.

¿Ha servido para ayudar a dar valor a este trabajo y esos productos?

Absolutamente. Ha servido para visibilizar estas relaciones de intercambio y para identificar productos que pueden ser vendidos, que ellas ni se imaginaban. Por ejemplo, se ha abierto todo un circuito de intercambio de semillas y esquejes con los grupos de consumo y los huertos urbanos, contribuyendo a ampliar la variedad genética tanto en sus producciones com en la ciudad. Además, ha abierto la posibilidad también de sacar de la invisibilidad el trabajo doméstico y de cuidados que hacen las mujeres, que también puede ser intercambiado de una forma más igualitaria.

¿Qué otras estrategias se están desarrollando para visibilizar y redistribuir el trabajo doméstico, reproductivo y de cuidados, y socializar la responsabilidad?

Los usos del tiempo son muy difíciles de contabilizar. Es muy complicado recoger datos porque hay muchos trabajos que se realizan de forma simultánea y, al mismo tiempo, está la cuestión de la disponibilidad permanente y la carga mental. Hemos intentado llevar un registro, pero no lo hemos conseguido. Pero intentamos identificar los usos del tiempo de las mujeres, los hombres de la familia, los hijos y las hijas, para hacer una visualización conjunta y un análisis crítico de aquello a lo que se dedica: el trabajo productivo, el reproductivo, el descanso, la autoformación. Impartimos unas formaciones con gente de diversas organizaciones, incluso de empresas públicas y, en general, la información sobre los usos del tiempo era tan reveladora, que se hacía muy evidente lo injusta que es esa distribución. Hemos intentado también incorporar esta perspectiva los proyectos que desarrollamos a nivel agroecológico. Algunas prácticas de permacultura urbana como, por ejemplo, añadir materiales leñosos de degradación lenta a los materiales que servirán para preparar el suelo antes de plantar, pueden servir también para que no se tenga que regar tan a menudo. Y esto implica liberar tiempo y espacio mental en las mujeres. No es una práctica nueva, pero sí es darle otra mirada.

De vuestro trabajo con las mujeres campesinas observábamos que la socialización del trabajo reproductivo y de cuidados tiene un efecto muy empoderador en las mujeres, ya que les permite romper con el aislamiento en que se suelen realizar estas tipo de trabajos, pero no se acaban de abordar las cuestiones relativas a las especializaciones de género. ¿Habéis encontrado alguna manera de combatir la división sexual del trabajo?

Es necesario hacer una reflexión previa en torno a cómo las mujeres expresan su identidad de género femenina, a través del cuidado, sobre todo del cuidado de los demás. Muchas veces es la manera que encuentran para demostrar el afecto, que son buenas madres. A veces no se trata tanto de deconstruir esta relación, sino de permitir a las mujeres decidir qué trabajo quieren hacer, y cuál no. Lo que sí encontramos es una gran apertura de las mujeres hacia las actividades consideradas masculinas y que, en general, están mejor valoradas. Además, el hecho de que las mujeres aporten ingresos a la economía familiar está cambiando las relaciones dentro de las comunidad, que conlleva una mayor implicación de los hombres a los trabajos de cuidados. Son una cambios todavía muy limitados, pero son una manera de empezar.

De hecho, este pequeños cambios en la relación de hombres y mujeres en los asentamientos y redes de distribución agrícola, están permitiendo llegar a acuerdos y desarrollar relaciones de justicia de proximidad. ¿Qué otras cuestiones se están abordando?

Los grupos de campesinas están sirviendo para que las mujeres se encuentren y organicen sus demandas de manera colectiva. Algunas compañeras contaban que a ellas no les gustaba hablar con los políticos de manera individual para trasladarles sus demandas, porque se sentían en deuda con ellos, pensaban que les debían el voto. Pero cuando ellas organizan sus peticiones de manera colectiva, entonces se sienten acreedoras de este mismos políticos. Cambia completamente su relación con el poder instituido: ahora es el poder público quien está en deuda con ellas, quien les está fallando.

En los espacios vinculados a la Economía Solidaria en Brasil, donde la participación de las mujeres se concentra no sólo en la agricultura de subsistencia, sino también en las infraestructuras que, como los comedores comunitarios, constituyen la retaguardia de las comunidades: ¿hay un reconocimiento de la aportación de las mujeres al sostenimiento de las luchas?

Pienso que la generación política del movimiento de las ocupaciones, como la Marcha Mundial de Mujeres, ha desarrollado una forma de organización que ha logrado acoger no sólo los espacios clásicos de formulación política, sino también los espacio de acción que incluyen necesariamente el trabajo reproductivo del propio movimiento.IMG_0579 Se ha trabajado mucho para reconocer la importancia que tiene, por ejemplo, el espacio de la cocina, en la sustentación del movimiento. Gracias a las aportaciones de la economía feminista, se ha pasado del lema “Mujer, sal de la cocina y organízate!”, a reivindicar la centralidad del trabajo reproductivo en el sostenimiento de la vida y de las luchas. Ha cambiado la mirada colectiva sobre el tema de la reproducción, pero aún está pendiente organizarlo de manera que no sean las mujeres las que siguen cocinando para el movimiento.

Una de las cosas que nos sorprendió de su trabajo a Sempreviva Organização Feminista, es que donde organismos oficiales habían mapeado 267 grupos productivos de mujeres, vosotras identificábais 972. En el transcurso de la investigación Crisis y alternativas en femenino tuvimos muchas dificultades para localizar, identificar y a veces incluso nombrar algunos proyectos de ESS liderados por mujeres, principalmente por la falta de continuidad y forma jurídica de estas iniciativas. ¿Qué indicadores y categorías utilizaste? ¿Cómo se mapea lo invisible?

Pues dando voz a las mujeres (risas). El mapeo fue el resultado de sistematizar todo un proceso que hicimos en las comunidades, donde las mujeres iban definiendo cuál era el trabajo que compartían, rescatando algunas iniciativas. No partíamos de unas categorías definidas, sino que los preguntábamos cómo organizaban el trabajo. Y poco a poco, fueron apareciendo muchas cosas. Por otra parte, también es importante reconocer que los tiempos y los ritmos de las mujeres no siempre tienen el mismo grado de actividad. A veces hay momentos durmientes (risas). Los grupos de mujeres siempre están muy afectados por las responsabilidades de cuidados. Sucede a menudo que en un grupo que está muy activo, hay dos mujeres que son muy centrales que, de repente, tienen que ir a cuidar la madre en la ciudad o hacerse cargo de un hijo enfermo, y el grupo se resiente. Y no es que el grupo ya no exista, es que el grupo está durmiente.

La renta del tiempo y la renta económica son dos de los elementos que condicionan enormemente la participación de las mujeres en proyectos de autoempleo, también a las iniciativas vinculadas a la economía solidaria en Cataluña. ¿La ESS brasileña dispone de instrumentos que faciliten el acceso a financiación a las clases populares, y a las mujeres?

Existe una política de financiación que se llama “crédito amigo” relativamente accesible que tiene la lógica de favorecer la iniciativa microempresarial: el micro-emprendimiento. El problema de este tipo de crédito es que, por un lado, está orientado a proyectos individuales de ámbito urbano, y por otro, está asociado a comprar productos o equipamientos para optimizar los procesos de trabajo. Las mujeres explican que este tipo de inversión no se ajusta a sus necesidades. Por ejemplo, una mujer inicia un proyecto de cría de gallinas. Compra las aves, compra el grano, pero como no puede pagar su tiempo de trabajo, continuará ocupada en el servicio doméstico hasta que las gallinas crezcan. Pero entonces no puede dedicar tiempo suficiente, las gallinas no crecen lo suficiente y entra en un círculo vicioso… Las mujeres necesitan liberar tiempo de las responsabilidades que ya tienen. Es un caso muy claro de cómo la lógica del sistema se enfrenta a la lógica de la vida de las mujeres.

Teniendo en cuenta la revuelta popular que estamos viviendo en Cataluña, descentralizada por todo el país, donde el territorio de proximidad, los barrios y los pueblos, están teniendo un papel protagonista: ¿Qué rol pueden tener las redes comunitarias en el sostenimiento de la lucha?

Central, sin duda. En este tipo de situaciones, cambia mucho la correlación de fuerzas, es crucial conocer el vecindario, saber cómo hacer que las cosas funcionen, sentirse segura. Se establecen otras formas de organizar y distribuir el poder. Del mismo modo que la producción y distribución de alimentos descentralizada tiene menos costes económicos, ecológicos y en la vida de las personas, debemos buscar formas de organización descentralizada y cercanas a la gente para compartir el poder. El poder popular pasa precisamente por descentralizar la organización de las formas de vida. Y para nosotros, las mujeres, es aún más importante. Como dice Cristina Carrasco, nosotros estamos absorbiendo la imposibilidad de compatibilizar la lógica de la vida y la lógica del mercado. Si abrimos los espacios de lo común, de lo comunitario, abrimos una posibilidad de gestión que estará en sintonía con la lógica de la vida. Y eso es precisamente el poder popular, ¿no?[:ca]

[Article publicat per l’Elba Mansilla a la secció Economia de La Directa]IMG_0572

La Miriam Nobre és activista feminista, agrònoma i professora al Programa d’Integració d’Amèrica Llatina a la Universitat de São Paulo (Brasil) i forma part de l’equip de Sempreviva Organização Feminista des de 1993, on desenvolupa activitats d’educació popular, investigació i assessorament tècnic en Economia Feminista, Agroecologia, Sobirania Alimentària i Economia Solidària. Aquest cap de setmana s’ha celebrat a Barcelona la sisena Fira d’Economia Solidària de Catalunya, i hem volgut parlar amb l’autora d’Economía solidaria y economía feminista: elementos para una agenda, per recollir algunes de les idees centrals del seu treball, en el qual, a partir del diàleg entre economia solidària i economia feminista, articula un seguit de propostes adreçades a construir una economia política de la resistència.

Quines consideres que són les fortaleses i les oportunitats que representa l’Economia Social i Solidària (ESS) per a les dones?

Jo veig l’ESS com una veritable oportunitat per trencar amb l’estructura i formes d’organització de l’economia capitalista. De la nostra experiència treballant amb dones camperoles, observem que treballant a l’espai privat, de la família o la casa, s’acaben imposant una sèrie de limitacions a les dones en termes d’organització del seu temps, dels espais de socialització i convivència. Les iniciatives de l’ESS sovint es restringeixen a l’etapa de la producció, i es limiten, per exemple, a comercialitzar l’artesania de forma conjunta. D’aquesta manera, l’ESS es presenta com una bona manera per a les dones d’accedir a un ingrés sense canviar massa la seva vida, ja que poden seguir produint des de casa. Està bé així, la possibilitat existeix. Per aquí precisament podem començar. Però nosaltres creiem que cal anar més enllà en la creació d’aquest espai comú: cal pensar juntes com resoldre el conjunt de necessitats bàsiques, més enllà de l’accés a un ingrés monetari. Poden ser formes d’organitzar l’accés al menjar o a la roba de manera col·lectiva. I aquest fet obre moltíssim més les possibilitats de desenvolupament per a cada dona, ja que les enforteix molt de cara a confrontar-se amb allò que s’espera d’elles en el seu rol de mares i responsables de la llar. Estem intentant traslladar aquestes pràctiques al conjunt d’activitats de la vida quotidiana, per pensar altres formes de relació entre el treball productiu i reproductiu, que no sigui el funcionament clàssic de l’economia capitalista de subordinar l’esfera reproductiva a la productiva. Si aconseguim altres maneres de tocar aquest nus, ja estem obrint una possibilitat de qüestionament més estructural. Que també obre més possibilitats a les dones, a totes, i no només a aquelles que poden transferir el treball no valoritzat a altres dones.

De fet, en el desenvolupament de la recerca Crisi i alternatives en femení que estem realitzant, observem la mateixa tendència al Mercat Social Català. A més d’uns ritmes de treball que, en moment de canvi de cicle vital que demanen més dedicació, moltes persones abandonen els projectes.

Nosaltres treballem amb dones camperoles quilombolas, de comunitats negres brasileres que es van alliberar de l’esclavatge. Aquestes dones volien obrir espais de comercialització, però no volien fer-ho en un mercat donat, sinó en un mercat que funcionés per a elles. Llavors va començar un període de debat amb els grups de consum de São Paulo, que va implicar un canvi profund en la forma de consumir. Els grups van passar de tenir una o dues agricultores que els proporcionaven el gruix de productes peribles, a tenir una graella amb 80 o 90 productes, provinents de 30 dones diferents. La complexitat de gestió per als grups era molt major, però aquest canvi permetia a les agricultores compatibilitzar la producció cap al mercat amb la producció per a l’autoconsum de les seves famílies i comunitats. Això també està relacionat amb l’expectativa que es té en relació als productes. Nosaltres que vivim a la ciutat, elles viuen al camp. Per exemple: al món rural esperen que un tubercle sigui més gran per recol·lectar-lo, perquè si vius en una família nombrosa, cobreix a molta més gent. Mentre que a la ciutat, que les famílies són de 2 o 3 persones, volem productes d’una grandària menor. Com ajustem el que són les diferents necessitats? Cal fer una feina d’arribar a acords polítics entre persones que estan en diferents posicions i intentar no reproduir desigualtats en la relació rural-urbana. Que no sigui per nosaltres, que tenim els diners per comprar, que s’imposa la manera com volem els productes.

Una altra de les propostes que heu desenvolupat és posar en marxa projectes en què es combinin de manera simultània formes diverses de l’economia plural, és a dir, que es practiquin tant l’intercanvi monetari i el troc, com la reciprocitat o la redistribució. Com ho feu?

Com a part d’un procés nacional impulsat per diverses organitzacions, es va proposar a les agricultores que prenguessin nota d’on anava a parar la seva producció, en tres categories: autoconsum, troc i venta al mercat. I d’aquest registre comptable, podíem fer diverses lectures. En primer lloc, observàvem que la donació és una forma d’intercanvi que està molt invisibilitzada en la relació entre el camp i la ciutat. Hi ha moltes anades i vingudes entre el món rural i l’urbà. I és molt important mantenir la relació perquè sigui possible enviar la filla a la ciutat si vol continuar estudiant, o per tenir un lloc on quedar-se si has d’anar a l’hospital a fer-te proves mèdiques, per exemple. I la forma de mantenir aquesta relació moltes vegades és la donació, que de fet és un troc, un intercanvi de productes per serveis. També vam identificar una relació de desigualtat entre el camp i la ciutat, perquè quan es valora un producte de la terra, no és té en compte la quantitat de treball que hi ha implicat en la producció de fruites i verdures.

Ha servit per ajudar a donar valor a aquesta feina i aquests productes?

Absolutament. Ha servit per visibilitzar aquestes relacions d’intercanvi i per identificar productes que poden ser venuts, que elles ni s’imaginaven. Per exemple, es va obrir tot un circuit d’intercanvi de llavors i esqueixos amb els grups de consum i els horts urbans, contribuint a ampliar la varietat genètica de les seves produccions, i a la ciutat. A més a més, ha obert la possibilitat també de treure de la invisibilitat el treball domèstic i de cures que fan les dones, que també pot ser intercanviat d’una forma més igualitària.

Quines altres estratègies s’estan desenvolupant per visibilitzar i redistribuir el treball domèstic, reproductiu i de cures, i socialitzar-ne la responsabilitat?

Els usos del temps són molt difícils de comptabilitzar. És molt complicat recollir dades perquè hi ha moltes feines que es fan de forma simultània i, alhora, està la qüestió de la disponibilitat permanent i la càrrega mental. Hem intentat portar un registre, però no ho hem aconseguit. Però vam intentar identificar els usos del temps de les dones, els homes de la família, els fills i les filles, per fer una visualització conjunta i una anàlisi crítica d’allò a què es dedica: el treball productiu, el reproductiu, el descans, l’autoformació. Vam impartir unes formacions amb gent de diverses organitzacions, fins i tot d’empreses públiques i, en general, la informació sobre els usos del temps era tant reveladora, que es feia molt evident com d’injusta és aquesta distribució. Hem intentat també incorporar aquesta perspectiva als projectes que desenvolupem a nivell agroecològic. Algunes pràctiques de permacultura urbana com, per exemple, afegir materials llenyosos de degradació lenta als materials que serviran per preparar el sòl abans de plantar, poden servir perquè no s’hagi de regar tant sovint. I això implica alliberar temps i espai mental a les dones. No és una pràctica nova, però sí que és donar-hi una altra mirada.

Del vostre treball amb les dones camperoles observàvem que la socialització del treball reproductiu i de cures té un efecte molt apoderador en les dones, ja que els permet trencar amb l’aïllament en que s’acostumen realitzar aquestes tipus de feines, però no s’acaben d’abordar les qüestions relatives a les especialitzacions de gènere. Heu trobat alguna manera de combatre la divisió sexual del treball?

És necessari fer una reflexió prèvia al voltant de com les dones expressen la seva identitat de gènere femenina, a través de la cura, sobre tot de la cura dels altres. Moltes vegades és la manera que troben per demostrar l’afecte, que són bones mares. A vegades no es tracta tant de deconstruir aquesta relació, sinó de permetre a les dones decidir quin treball volen fer i quin no. El que sí que trobem és una gran apertura de les dones cap a les activitats considerades masculines i que, en general, estan millor valorades. A més, el fet que les dones aportin ingressos a l’economia familiar està canviant les relacions dintre de les comunitat, que comporta una major implicació dels homes als treballs de cures. Són una canvis encara molt limitats, però són una manera de començar.

De fet, aquest petits canvis en la relació d’homes i dones en els assentaments i xarxes de distribució agrícola, estan permetent arribar a acords i desenvolupar relacions de justícia de proximitat. Quins qüestions s’estan abordant?

Els grups de camperoles estan servint per a què les dones es trobin i organitzin les seves demandes de manera col·lectiva. Algunes companyes explicaven que a elles no els agradava parlar amb els polítics de manera individual per traslladar-los les seves demandes, perquè es sentien en deute amb ells, pensaven que els devien el vot. Però quan elles organitzen les seves peticions de manera col·lectiva, aleshores se senten creditores d’aquest mateixos polítics. Canvia completament la seva relació amb el poder instituït: ara és el poder públic qui està en deute amb elles, qui les està fallant.

I als espais vinculats a l’Economia Solidària al Brasil, on la participació de les dones es concentra no només en l’agricultura de subsistència, sinó també en les infraestructures que, com els menjadors comunitaris, constitueixen la rereguarda de les comunitats, hi ha un reconeixement de l’aportació de les dones al sosteniment de les lluites?

Penso que la generació política del moviment de les ocupacions, com la Marxa Mundial de Dones, ha desenvolupat una forma d’organització que ha aconseguit acollir no només els espais clàssics de formulació política, sinó també els espai d’acció que inclouen necessàriament el treball reproductiu del propi moviment. S’ha treballat molt per reconèixer la importància que té, per exemple, l’espai de la cuina, en la sustentació del moviment. Gràcies a les aportacions de l’economia feminista, s’ha passat de cridar el lema “Dona, surt de la cuina i organitza’t!”, a reivindicar la centralitat del treball reproductiu en el sosteniment de la vida i de les lluites. Ha canviat la mirada col·lectiva sobre el tema de la reproducció, però encara està pendent organitzar-ho de manera que no siguin les dones les que que continuen cuinant per al moviment.IMG_0579

Una de les coses que ens va sorprendre del vostre treball a Sempreviva Organização Feminista, és que allà on organismes oficials havien mapejat 267 grups productius de dones, vosaltres n’identificàveu 972. En el decurs de la recerca Crisi i alternatives en femení vam tenir moltes dificultats per localitzar, identificar i de vegades fins i tot nombrar alguns projectes d’ESS liderats per dones, principalment per la falta de continuïtat i forma jurídica d’aquestes iniciatives. Quins indicadors i categories vau utilitzar? Com es mapeja allò que és invisible?

Doncs donant veu a les dones (riu). El mapeig va ser el resultat de sistematitzar tot un procés que vam fer a les comunitats, on les dones anaven definint quin era el treball que compartien, tot rescatant algunes iniciatives. No partíem d’unes categories definides, sinó que els preguntàvem de quina manera organitzaven el treball. I a poc a poc, van anar apareixent moltes coses. D’altra banda, també és important reconèixer que els temps i els ritmes de les dones no sempre tenen el mateix grau d’activitat. De vegades hi ha temps dorments (riu). Els grups de dones sempre estan molt afectats per les responsabilitats de cures. Passa sovint que en un grup que està molt actiu, hi ha dues dones que són molt centrals que, de sobte, han d’anar a cuidar la mare a la ciutat o fer-se càrrec d’un fill malalt, i el grup se’n ressenteix. I no és que el grup ja no existeixi, és que el grup està dormint.

La renda del temps i la renda econòmica són dos dels elements que condicionen enormement la participació de les dones a projectes d’autoocupació, també a les iniciatives vinculades a l’economia solidària a Catalunya. A l’ESS brasilera, disposeu d’instruments que facilitin l’accés a finançament a les classes populars, i a les dones?

Existeix una política de finançament que es diu “crèdit amic” relativament accessible que té la lògica d’afavorir la iniciativa microempresarial: el micro-emprendiment. El problema d’aquest tipus de crèdit és que, d’una banda, està orientat a projectes individuals d’àmbit urbà, i de l’altra, està associat a comprar productes o equipaments per optimitzar els processos de treball. Les dones expliquen que aquest tipus d’inversió no s’ajusta a les seves necessitats. Per exemple, una dona inicia un projecte de cria de gallines. Compra les aus, compra el gra, però com que no pot pagar el seu temps de treball, ha de continuar ocupada en el servei domèstic fins que les gallines creixin. Però aleshores no hi pot dedicar prou temps, les gallines no creixen prou i entra en un cercle viciós… Les dones necessiten alliberar temps de les responsabilitats que ja tenen. És un cas molt clar de com la lògica del sistema s’enfronta a la lògica de la vida de les dones.

Tenint en compte la revolta popular que estem vivint a Catalunya, descentralitzada per tot el país, on el territori de proximitat, els barris i els pobles, estan tenint un paper protagonista: Quin rol poden tenir les xarxes comunitàries en el sosteniment de la lluita?

Central, sens dubte. En aquest tipus de situacions, canvia molt la correlació de forces, és crucial conèixer el veïnat, saber com fer que les coses funcionin, sentir-se segura. S’estableixen altres formes d’organitzar i distribuir el poder. De la mateixa manera que la producció i distribució d’aliments descentralitzada té menys costos econòmics, ecològics i en la vida de les persones, hem de cercar formes d’organització descentralitzada i properes a la gent per compartir el poder. El poder popular passa precisament per descentralitzar l’organització de les formes de vida. I per a nosaltres, les dones, és encara més important. Com diu la Cristina Carrasco, nosaltres estem absorbint la impossibilitat de compatibilitzar la lògica de la vida i la lògica del mercat. Si obrim els espais d’allò comú, d’allò comunitari, obrim una possibilitat de gestió que estarà en sintonia amb la lògica de la vida. I això és el poder popular, no?[:]

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *